¿Demasiadas recomendaciones eh? Son imperativos que los que lo llevan a rajatabla no salen envenenados.
Los demás, chau.
Cuantos problemas para una solución. Cuantas soluciones para un problema.
Y qué de caminos.
Una vez una triste estrella me preguntó que por qué tanta dureza, llorando.
Por qué tanta frialdad.
Por qué tanto odio.
Cogí un remedio casero llamado alcohol, y otros tantos (que llamaremos vicios), y la saqué una débil y tímida sonrisa (nunca lo confundáis con una risa).
Cuando el otoño sea como debe ser, cuando deje de llover en verano, y cuando consiga ver algo que dejé de ver hace mucho tiempo en las personas, volverá todo lo que no llegó a ser.
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