domingo, 27 de abril de 2014

Poco querida

Hola, primavera.
No te he querido saludar hasta ahora, porque empezaste demasiado bien. Me gustaste. Sin querer, me agradaban los días en los que estabas conmigo, los días que lo demás no se atrevía a destacar. Me impresionó la importancia que tomaste en un momento. Tu fuerza. Tus buenas intenciones. Tus promesas. Lo que  provocabas en mi cuerpo cuando te notaba cerca, y lo que pensaba mi mente cuando estabas dentro. Tu constancia. Como te ganaste importancia, sin querer. Pero claro, lo que mucho promete algo esconde. Y como no, como ser natural, el ser humano posee la intuición, y como no, por algo. Yo no sabría deciros si la intuición en sí es una característica que surge desde el corazón o desde la cabeza, porque al fin y al cabo, somos seres demasiado naturales. La primavera llega, pero con ella no se va el frío. Sólo aparece la falsa ilusión de ello, de que las imágenes oscuras van a desaparecer, y es entonces cuando pasa lo peor.  Cuando no te lo esperas.



Es hoy, primavera, cuando llueve.

Y es hoy, primavera, cuando te saludo.

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